Su vida estuvo marcada por el sacrificio y el trabajo pero también por la constancia y el amor por sus seres queridos. Hombre de campo, profundo conocedor de las costumbres campesinas, ocasionalmente empuñaba la guitarra para cantar viejas y olvidadas canciones de aún más olvidados poetas (sus recuerdos alumbraron y alumbrarán varias páginas de ASUNTO LITERARIO) o recitaba pasajes completos del Martín Fierro con envidiable memoria. Estos versos del poema El último viaje de Francisco ‘Pancho’ Gandola, que muchas veces le oí cantar, ofician como un resumen de su propia biografía:
“En mis años de tropero
si habré soportao heladas
y en cientos de trasnochadas
lluvias, vientos y aguaceros;
si habré pechado toros fieros,
si habré andao entre el vacaje
si habré rejuntao coraje
pa hacerle frente a la vida
y hoy ni una estrella me guía
voy en el último viaje”.
Ahora que ha emprendido ese último viaje, que ya no está junto a nosotros y que todos los que lo queremos comenzamos a extrañarlo, su presencia se reafirmará en nuestra memoria, prolongándose en ella, acompañándonos.
Hasta siempre, viejo.
“En mis años de tropero
si habré soportao heladas
y en cientos de trasnochadas
lluvias, vientos y aguaceros;
si habré pechado toros fieros,
si habré andao entre el vacaje
si habré rejuntao coraje
pa hacerle frente a la vida
y hoy ni una estrella me guía
voy en el último viaje”.
Ahora que ha emprendido ese último viaje, que ya no está junto a nosotros y que todos los que lo queremos comenzamos a extrañarlo, su presencia se reafirmará en nuestra memoria, prolongándose en ella, acompañándonos.
Hasta siempre, viejo.