En la obra narrativa de John Cheever se encuentran algunos de los mejores momentos de la literatura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX. Cheever cuenta en sus historias (sobretodo en una veintena de cuentos excepcionales y en sus tres o cuatro grandes novelas), básicamente, la vida en los suburbios de las grandes ciudades y destaca bomo ninguno en la disección del american way of life y en las escasas virtudes y los muchos defectos de la clase media. En Bullet Park, novela de 1969, Cheever construye una interesante sinestesia para introducir en la historia a uno de sus protagonistas. La variante formal que adopta Cheever para su recurso retórico es la del universo cristiano, específicamente en su variante católica (con todo lo que esto implica para el propio autor que supo tener, ante la religión emanada de Roma, posturas muy variables a lo largo de su complicada existencia). Para complicar más el recurso, Cheever no lo presenta o lo escribe como parte del discurso del narrador ommipresente de la novela sino que lo refleja a través de su personaje. He aquí la sinestesia cristiana-temporal-existencial de John Cheever:
" Sagrada Comunión. Domingo de Sexágesima. Nailles oyó un grillo en la sacristía y un tamborileo metálico por los desagües de la lluvia mientras rezaba sus plegarias. Su concepción del calendario religioso estaba más asociado al clima que a las revelaciones de los Santos Evangelios. San Pablo significaba tormentas de hielo. San Mateo, el deshielo. Para las bodas de Caná y la purificación de los leprosos, la caldera del sótano de la iglesia seguía encendida, pero ya debían abrirse los ventiletes de los vitrales para que entrara un poco de áspero aire primaveral. Abstenerse de fornicar. Honrar el receptáculo que nos fue conferido. Jesús se alejaba de la costa de Tiro y Sidón cuando terminaba la temporada de esquí. Para la Crucifixión, un trineo abandonado en un lecho de violetas iba cubriéndose con los primeros brotes florales. En Pascua aparecían las primeras truchas por el río. Para Pentecostés y el milagro de las lenguas ya se podía nadar. San Jorge y las Revelaciones anunciaban los primeros calores del verano..."
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