domingo, 3 de noviembre de 2019

Sobre 'M', de Erich Schierloh


Vista la literatura como una disposición de artefactos diversos, de los que cada usuario hace uso con las cualidades técnicas de que dispone y bajo la dinámica propia de cada objeto, a lo largo del tiempo la novela ha demostrado ser uno de los más maleables y/o manoseables. En el artefacto novela parece entrar todo y de las formas más diversas, subordinando el elemento espacial y el elemento temporal al fluir de la trama o, ante la inexistencia de esta, a la particularidad de la forma, permitiendo que entre los compartimentos de su estructura se conforme esa cosa llamada estilo. Año a año salen al mercado miles y miles de novelas que son compradas, leídas, en ocasiones reseñadas, en ocasiones premiadas, en ocasiones reeditadas, y en la mayoría de los casos olvidadas. Todo el mundo escribe novelas o, al menos, arrastra una idea para novelizar alguna vez, cuando disponga de tiempo, constancia y algo de talento. El artefacto novela, pues, masificado en la sociedad del consumo, adquiere la operatividad y el pragmatismo de una lámpara portátil, un frutero o un rulemán; acompaña la jornada del lector a través de la degustación en fragmentos, es olvidada en cualquier parte para ser retomada más tarde, envejece en el interior de una cartera, es camuflada entre otros libros o incluso, en la máxima practicidad de su cuerpo enlomado, termina oficiando de soporte de otros objetos en la mesa de luz.
Para contar en una novela la vida de Herman Melville, el escritor argentino Erich Schierloh (1981) se vale del collage. En M, recientemente editado por Eterna Cadencia, que constituye el tercer volumen de una serie llamada El viento en los túneles de la mente, en la que Schierloh desmonta el mecanismo de la escritura y que se encuentra en pleno proceso de desarrollo, el collage, lejos de fragmentar el relato lo unifica en un todo de lectura apasionante. Cartas, ferrotipos, mapas, manuscritos subrayados y fotos atraviesan el relato lineal de la vida de Herman Melville, en una cronología que despacha los cuarenta y cuatro años iniciales del escritor en unas pocas páginas para centrarse, con un despliegue prodigioso de recursos narrativos, en los veintisiete años finales, desde 1864 a 1891.
La imposibilidad de narrar una vida, cualquier vida, es un hecho asumido por todo biógrafo que se precie de tal, porque por más documentos, testimonios y registros que logre acumular sobre el biografiado, se le escaparán innumerables momentos decisivos, minucias vitales para el ojo externo que, sin embargo, fueron claves en la existencia que se recrea. Schierloh, conocedor de esa limitación estructural del género biografía, enfrenta el desafío con las innumerables armas de la novela, logrando en las páginas de M presentar a un Herman Melville más humano, y por ende más cercano, que el que aflora en las diversas biografías que se le han dedicado.
En la cronología de M están todos los hechos claves de la vida del autor de Moby Dick –los viajes, el matrimonio, el nacimiento de sus hijos, las publicaciones, el suicidio de su hijo Malcolm en 1867, el trabajo como inspector de Aduanas, la muerte–, pero rodeados de infinidad de situaciones anodinas (“M visita la villa de Gansevoort”, “M compra un libro”, “M le escribe una carta a Julian Hawthorne”, “M regresa de sus últimas vacaciones a su oficina de la calle 76 y East River”), que contribuyen a dotar de profundidad no solo al protagonista sino a su cotidianidad, logrando que el neblinoso siglo diecinueve por el que atraviesa Melville sea tan cercano como nuestro tiempo. Al seguimiento de los pasos del escritor por los lugares que habita y al desmenuzamiento del vínculo que establece con las personas de su entorno, Schierloh le agrega otro nivel de aproximación que profundiza aún más el relato: los manuscritos de algunos poemas y los subrayados de Melville lector. En esa recurrencia a citar pasajes subrayados –una forma más cercana al conocimiento del espíritu crítico y el impulso creativo de quien subraya que, por ejemplo, eventuales exégesis de sus propios textos– M encuentra su peso y su espacio definitivos como novela, pues el mecanismo de la ficción opera a pleno sobre la materia de los datos reales para definir nuevos sentidos y adensar el misterio que envuelve a cualquier vida.
Martín Bentancor

M, de Erich Schierloh. 160 páginas. Editorial Eterna Cadencia, Buenos Aires, 2019.

Publicado en La Diaria (26/VII/2019).

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