Historias extraordinarias es una película del director argentino Mariano Llinás que tiene, entre sus variadas proezas, el superar las cuatro horas de metraje. Para contar el conjunto de historias que componene el asunto, Llinás explota al máximo una variedad de procedimientos cinematográficos pero también los deja de lado, los menosprecia, los cambia -lisa y llanamente- por herramientas literarias. Lo que logra, en definitiva, es una gran novela de aventuras contada con el soporte del cine o una película de acción filmada con mecanismos novelísiticos. Una novela filmada.
Historias extraordinarias se compone de tres historias independientes que nunca se entrecruzan y por una serie de notas al pie o microhistorias que, a su vez, nada tienen que ver con los relatos centrales. De forma arbitraria - o no - Llinás divide su película/novela en 18 capítulos que son narrados por diversas voces en off. El recurso de la voz narradora es empleado hasta el paroxismo. En la mayoría de los casos, no escuchamos las voces de los personajes sino a la voz narradora leyendo o recitando lo que, en ese mismo momento, dice el actor. Este procedimiento tan poco cinematográfico alcanza en Historias... un rendimiento no sólo estilísitco sino que establece, además, una suerte de complicidad con el espectador/lector. Muchas veces, la voz en off adelanta peripecias que los personajes vivirán un poco más adelante o escamotea datos que, sorpresivamente, el espectador/lector encontrará de forma por demás sorpresiva.
Los tres grandes relatos de Historias extraordinarias - el confinamiento de X en un pequeño hotel tras presenciar un crimen en mitad del campo, la extraña investigación que emprende Z al ser asignado como encargado de una intrascendente oficina llamada La Federación y el viaje que emprende H por el Río Salado con el encargo de fotografiar unos antiguos monolitos de la Compañía Fluvial Pampeano - tienen mucho en común (por el clima de desmesura existencial e inminente irrupción del peligro) con la Trilogía de Nueva York de Paul Auster, especialmente con la mejor novela del trío, Fantasmas.
En su película/novela, Llinás realiza una suerte de ensayo en movimiento del concepto de viaje y adopta para ello una serie de mitos o lugares comunes que, social y culturalmente, se han fijado sobre el tema. Con esos elementos delante de la cámara o entre lineas, compone una amalgama de historias que se circunscriben a pequeños pueblos, carreteras y caminos de la provincia de Buenos Aires que, pese a tener delante todos los textos y subtextos para hacerlo, nunca cae en la tesis o en la manifestación existencial. Lejos de eso -porque, en definitiva, Llinás no olvida que quiere entretener a su público - puebla la película de giros de suspenso, acción y hasta algunos -medidos- toques de comedia.
Historias extraordinarias es la gran novela que el cine le debía a la literatura y la mejor expresión de cómo patear el perimido círculo de los géneros o de la individualidad de cada lenguaje artístico.
Historias extraordinarias se compone de tres historias independientes que nunca se entrecruzan y por una serie de notas al pie o microhistorias que, a su vez, nada tienen que ver con los relatos centrales. De forma arbitraria - o no - Llinás divide su película/novela en 18 capítulos que son narrados por diversas voces en off. El recurso de la voz narradora es empleado hasta el paroxismo. En la mayoría de los casos, no escuchamos las voces de los personajes sino a la voz narradora leyendo o recitando lo que, en ese mismo momento, dice el actor. Este procedimiento tan poco cinematográfico alcanza en Historias... un rendimiento no sólo estilísitco sino que establece, además, una suerte de complicidad con el espectador/lector. Muchas veces, la voz en off adelanta peripecias que los personajes vivirán un poco más adelante o escamotea datos que, sorpresivamente, el espectador/lector encontrará de forma por demás sorpresiva.
Los tres grandes relatos de Historias extraordinarias - el confinamiento de X en un pequeño hotel tras presenciar un crimen en mitad del campo, la extraña investigación que emprende Z al ser asignado como encargado de una intrascendente oficina llamada La Federación y el viaje que emprende H por el Río Salado con el encargo de fotografiar unos antiguos monolitos de la Compañía Fluvial Pampeano - tienen mucho en común (por el clima de desmesura existencial e inminente irrupción del peligro) con la Trilogía de Nueva York de Paul Auster, especialmente con la mejor novela del trío, Fantasmas.
En su película/novela, Llinás realiza una suerte de ensayo en movimiento del concepto de viaje y adopta para ello una serie de mitos o lugares comunes que, social y culturalmente, se han fijado sobre el tema. Con esos elementos delante de la cámara o entre lineas, compone una amalgama de historias que se circunscriben a pequeños pueblos, carreteras y caminos de la provincia de Buenos Aires que, pese a tener delante todos los textos y subtextos para hacerlo, nunca cae en la tesis o en la manifestación existencial. Lejos de eso -porque, en definitiva, Llinás no olvida que quiere entretener a su público - puebla la película de giros de suspenso, acción y hasta algunos -medidos- toques de comedia.
Historias extraordinarias es la gran novela que el cine le debía a la literatura y la mejor expresión de cómo patear el perimido círculo de los géneros o de la individualidad de cada lenguaje artístico.
2 comentarios:
"Fantasmas" está buena, pero creo que la que más me gustó fue "Ciudad de cristal".
La película la agendo para verla...
Abrazo!!!
Archiduque de Applecore
Archiduque, creo que las tres novelas son muy sólidas pero "Fantasmas" me sonó como más despojada, más artefacto en si mismo. !Que grande que era paul Auster y cómo se desvirtuó con los años!
Un abrazo.
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