sábado, 20 de mayo de 2017

Nietzsche en Uruguay


Lecturas fermentales

Hubo una época en la que Uruguay –esta construcción política, geográfica y cultural que por convención y comodidad llamamos país– supo tener un verdadero bastión en sus intelectuales, término tan ambiguo y manoseado por la inteliguentsia cultural, que tiende a unificar en el mismo espacio a diversos pensadores de la realidad social en cualquiera de sus formas. Alrededor de cien años atrás, nombres como José Enrique Rodó y Carlos Vaz Ferreira, por nombrar solo a dos de los más encumbrados, se hacían sentir desde la academia, la prensa, los debates públicos o las páginas de sus propios libros, con un ojo siempre atento a lo que ocurría allá afuera (Europa, Estados Unidos) pero sin perder de vista la realidad local. 
Nietzsche en Uruguay, 1900-1920. José Enrique Rodó, Carlos Reyles y Carlos Vaz Ferreira, el flamante libro del doctor en Filosofía Pablo Drews (1979) se propone y cumple con creces el cometido expresado en el título: identificar, analizar y comprender cómo las ideas del autor de Así habló Zaratustra llegaron, influyeron y permearon las obras de los tres intelectuales uruguayos.
Hay, para empezar, una interesante decisión sobre el terreno de estudio, pues Drews opta por centrarse en las ideas de tres intelectuales muy diferentes entre sí, que pasaron a la posteridad con improntas muy particulares: José Enrique Rodó, un hombre culto y refinado, apegado a la tradición grecolatina, autor de Ariel, un texto cada vez menos citado y mucho menos leído en este corroído presente de líquida materialidad; Carlos Reyles, el escritor estanciero, siempre atento a la técnica y a la modernización, que escribía sus novelones mientras embarcaba las vaquillonas y que se coloca en las antípodas de Rodó; y Carlos Vaz Ferreira, esa figura inclasificable dentro de cualquier sistema de pensamiento, interesado e informado de todo, cuyo fantasma suele rondar el lúgubre edificio de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, entre la calles Uruguay y Paysandú, preguntándose por qué todo terminó así.
Rodó, Reyles y Vaz Ferreira, nos dice Drews, leyeron a Friedrich Nietzsche a su manera, en el original o traducido, subrayando las ideas más innovadoras o revulsivas que el germano fue elaborando a lo largo de su prolífica obra hasta el tristemente célebre momento en que salió a defender a un caballo castigado por un cochero en la Piazza Carlo Alberto de Turín y, desde allí, solo le quedó la pared acolchada.
Para comprender cómo, por ejemplo, Rodó y Reyles leyeron a Nietzsche, Drews comienza por contextualizar cuáles eran los debates instaurados en aquel fin de siglo diecinueve e inicios del veinte, como la cuestión de la raza, la identidad y la tensión establecida entre el elemento anglosajón y el elemento latino en el mundo occidental. Para llegar a la interpretación que los intelectuales uruguayos realizaron de Nietzsche, el autor hurga en la serie de lecturas que todos ellos compartieron, desde la intensa producción científica, literaria y filosófica del fin de siglo francés (de Hippolyte Taine a Gustave Flaubert, de Paul Bourget a Pierre Loti) al preciso libro En qué consiste la superioridad de los anglo-sajones (1897), de Edmond Demolnis, que encontraría a un importante lector y defensor en Carlos Reyles, ante las convulsiones que el mismo texto debe haber generado en José Enrique Rodó y la construcción de su paradigma cultural humanista. Sobre toda esta tensión latente en el pensamiento intelectual de aquellos años, se alza el aura inevitable de Nietzsche, que los autores locales fueron absorbiendo, analizando y, en el acierto o el error, asimilando a su propio sistema de pensamiento.
Un caso más complejo es el de las lecturas del filósofo alemán que realizara Carlos Vaz Ferreira, a quien Drews le dedica más páginas en su libro. Es interesante el apunte de que ya en el año 1908, un entonces joven profesor Vaz Ferreira recomendaba a sus alumnos, como libros ‘fermentales’, La gaya ciencia (1882) y El viajero y su sombra (1880). En Vaz Ferreira, Nietzsche llega para quedarse y, como señala Drews, “la primera influencia nietzscheana en el filósofo uruguayo es, sobre todo, la enseñanza de un modo de pensar, que unido a la belleza de la forma constituye, por así decirlo, la genialidad de su pensamiento y su sentido crítico”.
De lectura amena, con un impresionante soporte documental y con una prosa límpida y precisa, siempre al servicio de la argumentación, Nietzsche en Uruguay, 1900-1920… no se limita al corte histórico señalado en su propio título, sino que irradia, por obra y arte de sus autores y del siempre vivo pensamiento nietzscheano, una profunda fuente de luz que alcanza a este deslavado presente que habitamos.
Martín Bentancor




Nietzsche en Uruguay, 1900-1920. José Enrique Rodó, Carlos Reyles y Carlos Vaz Ferreira’, de Pablo Drews. 128 páginas. Ediciones Universitarias, Montevideo, 2016.


-Publicado en semanario Brecha el 28/IV/2017.

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