Lecturas fermentales
Hubo una época en la que Uruguay –esta
construcción política, geográfica y cultural que por convención y comodidad
llamamos país– supo tener un verdadero bastión en sus intelectuales, término
tan ambiguo y manoseado por la inteliguentsia cultural, que tiende a unificar
en el mismo espacio a diversos pensadores de la realidad social en cualquiera
de sus formas. Alrededor de cien años atrás, nombres como José Enrique Rodó y
Carlos Vaz Ferreira, por nombrar solo a dos de los más encumbrados, se hacían
sentir desde la academia, la prensa, los debates públicos o las páginas de sus
propios libros, con un ojo siempre atento a lo que ocurría allá afuera (Europa,
Estados Unidos) pero sin perder de vista la realidad local.
Nietzsche
en Uruguay, 1900-1920. José Enrique Rodó, Carlos Reyles y Carlos Vaz Ferreira, el flamante
libro del doctor en Filosofía Pablo Drews (1979) se propone y cumple con creces
el cometido expresado en el título: identificar, analizar y comprender cómo las
ideas del autor de Así habló Zaratustra llegaron,
influyeron y permearon las obras de los tres intelectuales uruguayos.
Hay, para empezar, una interesante
decisión sobre el terreno de estudio, pues Drews opta por centrarse en las
ideas de tres intelectuales muy diferentes entre sí, que pasaron a la
posteridad con improntas muy particulares: José Enrique Rodó, un hombre culto y
refinado, apegado a la tradición grecolatina, autor de Ariel, un texto cada vez menos citado y mucho menos leído en este
corroído presente de líquida materialidad; Carlos Reyles, el escritor
estanciero, siempre atento a la técnica y a la modernización, que escribía sus
novelones mientras embarcaba las vaquillonas y que se coloca en las antípodas
de Rodó; y Carlos Vaz Ferreira, esa figura inclasificable dentro de cualquier
sistema de pensamiento, interesado e informado de todo, cuyo fantasma suele
rondar el lúgubre edificio de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la
Educación, entre la calles Uruguay y Paysandú, preguntándose por qué todo
terminó así.
Rodó, Reyles y Vaz Ferreira, nos dice
Drews, leyeron a Friedrich Nietzsche a su manera, en el original o traducido,
subrayando las ideas más innovadoras o revulsivas que el germano fue elaborando
a lo largo de su prolífica obra hasta el tristemente célebre momento en que salió
a defender a un caballo castigado por un cochero en la Piazza Carlo Alberto de
Turín y, desde allí, solo le quedó la pared acolchada.
Para comprender cómo, por ejemplo, Rodó y
Reyles leyeron a Nietzsche, Drews comienza por contextualizar cuáles eran los
debates instaurados en aquel fin de siglo diecinueve e inicios del veinte, como
la cuestión de la raza, la identidad y la tensión establecida entre el elemento
anglosajón y el elemento latino en el mundo occidental. Para llegar a la
interpretación que los intelectuales uruguayos realizaron de Nietzsche, el
autor hurga en la serie de lecturas que todos ellos compartieron, desde la
intensa producción científica, literaria y filosófica del fin de siglo francés (de
Hippolyte Taine a Gustave Flaubert, de Paul Bourget a Pierre Loti) al preciso
libro En qué consiste la superioridad de
los anglo-sajones (1897), de Edmond Demolnis, que encontraría a un
importante lector y defensor en Carlos Reyles, ante las convulsiones que el
mismo texto debe haber generado en José Enrique Rodó y la construcción de su
paradigma cultural humanista. Sobre toda esta tensión latente en el pensamiento
intelectual de aquellos años, se alza el aura inevitable de Nietzsche, que los
autores locales fueron absorbiendo, analizando y, en el acierto o el error,
asimilando a su propio sistema de pensamiento.
Un caso más complejo es el de las lecturas
del filósofo alemán que realizara Carlos Vaz Ferreira, a quien Drews le dedica
más páginas en su libro. Es interesante el apunte de que ya en el año 1908, un
entonces joven profesor Vaz Ferreira recomendaba a sus alumnos, como libros
‘fermentales’, La gaya ciencia
(1882) y El viajero y su sombra
(1880). En Vaz Ferreira, Nietzsche llega para quedarse y, como señala Drews, “la primera influencia nietzscheana en el
filósofo uruguayo es, sobre todo, la enseñanza de un modo de pensar, que unido
a la belleza de la forma constituye, por así decirlo, la genialidad de su
pensamiento y su sentido crítico”.
De lectura amena, con un impresionante
soporte documental y con una prosa límpida y precisa, siempre al servicio de la
argumentación, Nietzsche en Uruguay,
1900-1920… no se limita al corte histórico señalado en su propio título,
sino que irradia, por obra y arte de sus autores y del siempre vivo pensamiento
nietzscheano, una profunda fuente de luz que alcanza a este deslavado presente
que habitamos.
Martín
Bentancor
‘Nietzsche en Uruguay, 1900-1920. José
Enrique Rodó, Carlos Reyles y Carlos Vaz Ferreira’, de Pablo Drews. 128
páginas. Ediciones Universitarias, Montevideo, 2016.
-Publicado en semanario Brecha el 28/IV/2017.
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