viernes, 27 de agosto de 2010

Su cabeza, por favor

Invitado a una decapitación (1936) es una de las novelas más crudas de Vladimir Nabokov – entendiendo aquí por “crudeza” no el tratamiento del asunto que el Gran Maestro Ruso despliega con su habitual ingeniería formal, sino la materia humana que late debajo de la trama – escrita durante su “período ruso” (en Alemania) y que dialoga, sobretodo por ciertos temas y por el destino de su protagonista, con Barra siniestra (1947) escrita ya en su “período inglés” (en Estados Unidos).
Cincinnatus C., el desgraciado protagonista de Invitado…, está confinado en una enorme prisión aguardando el día en que habrán de cortarle su cabeza por el más despreciable de los crímenes. Sin embargo, Cincinnatus no siente que su muerte cercana sea el peor castigo que ha recibido por sus actos sino que ve, en la negativa de sus guardianes a decirle el día exacto de su ejecución, el verdadero castigo. Solitario en su celda, Cincinnatus contempla durante horas el minúsculo retazo de cielo que le dejan ver los altos barrotes de la ventana y recibe las ocasionales visitas de su guardián (que alimenta con la propia comida del condenado a una gigantesca araña que mora en el techo), del director de la prisión-fortaleza y de la adolescente hija de éste, empecinada en proponerle un estrambótico plan de fuga. Para matar el tiempo – triste destino de Cincinnatus – lee la novela Quercus, la biografía de un roble contada en tres mil páginas.
El componente humorístico de esta novela está desperdigado en una serie de recursos grotescos que contribuyen a darle cuerpo al verdadero motor del relato de los últimos días de Cincinnatus C.: la farsa. En un procedimiento que remeda al Kafka de El castillo y, especialmente, al de El proceso, Nabokov presenta a las instituciones (tribunales, cárceles, jurados) como un conjunto de fuerzas superiores al débil control de los hombres; aparatos de tecnocracia que ejercen un control brutal y que reducen a los ciudadanos a simples números o fichas en un demencial archivador. El aparato legal que le da consistencia al sistema que ha juzgado a Cincinnatus ha prohibido la guillotina por lo que el verdugo debe valerse de un hacha para desprender la cabeza del condenado del tronco; el condenado a muerte debe tomar su última cena con las fuerzas vivas de la ciudad sin derecho a permanecer callado y a no participar en la fiesta. El régimen brutal y totalitario que describe Nabokov en esta novela tiene mucho que ver con el régimen del que él mismo había escapado unos años atrás pero, lejos de actuar como alegoría de la decadencia de su patria o de los estragos del gobierno de un tirano, Invitado a una decapitación proyecta su asunto hacia el futuro volviendo todo el juego (que a esta altura ya deja de ser divertido) en una inquietante posibilidad.


"-Y, sin embargo, he sido formado con tanto esfuerzo –pensó Cincinnatus mientras lloraba en la oscuridad-. La curvatura de mi columna vertebral fue tan bien y misteriosamente calculada. Siento en mis pantorrillas estrechamente acumuladas todas las millas que podría correr todavía en el curso de mi vida. Mi cabeza es tan cómoda…”