sábado, 24 de enero de 2009

El hogar de Juan Pedro López

Juan Pedro López
(Canelones, 15 de agosto de 1885 – Montevideo, 25 de enero de 1945)

A sesenta y cuatro años de su fallecimiento.


(...) En el paraje de Etchevarría, a escasos kilómetros de la ciudad de Canelones, un desparejo camino vecinal lleva su nombre; un sendero de balasto y tierra, frecuentado por autos y motos que cuenta, como mayor virtud, en servir de atajo o “cortada” entre la ciudad de Los Cerrillos y la capital del departamento. Son pocos los que reparan en los dos carteles que indican el verdadero nombre del camino y en la connotación que aquella zona rural de intensa actividad frutícola, tuvo en la obra del Juan Pedro López. Además de su nacimiento y sus primeros años en el paraje (en una vivienda que hoy ya no existe) Juan Pedro López se encargó de regresar al pago de Etchevarría a través de su propia obra donde, bajo la forma del verso y la elaboración poética, trazó su propia autobiografía y la referencia exacta de sus primeros años en el mundo.
En su obra El rancho, Juan Pedro López realiza una evocación de carácter general que lo ata a su propio nacimiento y a la condición humilde de su familia y de la propia vivienda:
“...Bajo el pasto que ha crecido
copioso y divinamente
se oculta para la gente
el hogar en que he nacido...”

Esa figura casi fantasmal en que se constituye el pobre rancho donde nació, se vuelve para el poeta en fuente de recuerdos (penas y alegrías) de la que a veces quiere escapar, tarea que le resulta muy difícil:

“...Cuantas veces he querido
dejar su memoria trunca
no recordarla más nunca
echar todo en el olvido...”


En otro texto de similar evocación biográfica – Mi tapera -, López avanza en la descripción del rancho que se ha despoblado y se ha convertido en la figura del título. Esa evocación está unida a su papel de cantor y a la figura majestuosa y siempre presente de su madre:

“Existe allá en Canelones
una derruida tapera
voy a recordar siquiera
aquellos caídos terrones.
Ya no se oyen las canciones
que mi madre me cantaba,
ella atenta me escuchaba
y me solía decir:
¡Yo no te puedo sentir,
hijo del alma!... y lloraba...”

La tercera evocación que de su hogar realiza Juan Pedro López la encontramos, en una línea más personal e intimista que en Mi tapera, en la composición Doña Micaela, texto dedicado a destacar la imagen de su madre, doña Micaela Pérez. Para comenzar su reevocación, López se vale de la figura de su rancho, señalándolo, ésta vez, geográficamente en el mapa:

“...Cerca de aquel pueblo donde yo nací
de Canelones a una legua escasa
bordando un camino de pitas y tunas
un rancho se alzaba...”


El tiempo ha pasado y las generaciones también. El polvo del olvido se ha asentado sobre el paraje que fuera cuna de Juan Pedro López. Pero su obra, dispersa en libros, grabaciones y en el recuerdo de memoriosos y adeptos al sentir de su inquietud poética, sigue viva la estela de su propia leyenda.

- Fragmento de un texto publicado originalmente en Hoy Canelones (20/02/2008)





- En la secuencia fotográfica, se aprecia al autor junto a Robert Umpiérrez restaurando el cartel principal
del camino Juan Pedro López, el 25 de enero de 2008.

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