lunes, 11 de marzo de 2013

El adiós a Santos Inzaurralde(*)


Pese a su labor política en filas del Partido Nacional, su actuación como edil departamental, su cargo en la Dirección de Cultura y sus tiempos de secretario de la Intendencia de Lavalleja, Santos Inzaurralde será recordado, esencialmente, como poeta. Es que ante una labor desplegada con una percepción única para describir y cantar a sus paisajes queridos –Minas y sus alrededores, Lavalleja todo, el Uruguay profundo, en definitiva- las tareas mundanas de Santos Inzaurralde son meros trámites de hombre público, formalismos del diario vivir, condiciones de la política.
Donde quedará encendida la poderosa llama surgida de la pluma de Santos Inzaurralde es en el puñado de canciones que, en su mayoría en voz de su gran amigo Carlos Paravís (Santiago Chalar), fallecido a los 56 años en 1994, integran el repertorio de la canción uruguaya, trascendiendo incluso el aspecto patriótico y nacionalista (palabras que pesan como el mármol y como el mármol, también, entierran al creador en pos del monumento) para establecer su reinado por sobre los asuntos del hombre común.




Aunque el encantamiento, que lo acompañó durante toda la vida, de Santos Inzaurralde con Minas –la ciudad y sus alrededores, las sierras y el trazado urbano, sus personajes y sus leyendas- ha quedado registrado en dos de sus máximas obras, Minas y abril y Vengo de Minas, quiero destacar acá, en esta necrológica que no es tal, a Atadito, la más hermosa de sus composiciones. En ella, Santos Inzaurralde relata el desplazamiento de Atadito, “minuano y calagualero”, cortando hierbas por las sierras de Minas. El poema es un canto a la vida vegetal -en la descripción de la variada flora minuana se evidencia, además, un profundo conocimiento e interés del autor por el tema-, que puede leerse, además, como una avanzada ecológica (“No te corto de raíz, / no te quiero desangrar, / por eso la corto así / con el cuero de empalmar;  / muchos cortan porque si / yo voy sembrando al cortar…”) y como una declaración de respeto de la actitud del hombre para con el medio que lo rodea. La descripción de la relación de Atadito con la sierra que habita y recorre tiende una línea con la relación primitiva del hombre con el suelo que pisa, así como un gesto de agradecimiento (“la sierra que hay en mí / nunca me dejó sin pan…”).
En la oratoria fúnebre, manchada siempre por la retórica de las instituciones, los pedestales y la culpa de los homenajes tardíos, siempre se destacan, o al menos se equiparan, las acciones de los poetas por sobre sus propias creaciones. Muchos han hablado de los cargos públicos de Santos, de su rol de creador del Festival Minas y Abril, de su condición de Ciudadano Ilustre de Lavalleja, de su Disco de Oro con Santiago Chalar. Para alguien que escribió Atadito, ganándose por sí solo la entrada al bastión de los grandes, todo lo demás es complemento, mera información curricular nomás.
Martín Bentancor

(*)- Publicado en diario HOY CANELONES el 05/03/2013

1 comentario:

gauchoguacho dijo...

Estimadísimo don Martín: anoticiado de tan valiosa pérdida, agradezco tu nota para tener una idea vaga de tu paisano Santos y adentrarme en su poesía.
Pregunto: ¿podrás tener a mano para pasarme la que mencionas "Atadito" y una dedicada a "Los Vascos"? Agradeceré y recompensaré, siempre pensando que algún día finalmente, acá o allá nos encontremos a celebrar la escritura, la poesía y la gauchería. un fuerte abrazo.