martes, 18 de mayo de 2010

Profesor Nabokov (II)

Sin la profundidad espacio-temporal (en el sentido más literal del término) que desmonta una y otra vez el concepto de ucronía en Ada o el ardor, ni la contundencia literaria para atar en un único texto a la novela policial, el repertorio épico y la exégesis textual en Pálido Fuego, ni, ya que estamos, con la maestría y sutileza demostrada para contar la calentura de un veterano profesor por la hija adolescente de su casera en Lolita, Vladimir Nabokov logró en Pnin (1957) algunas de sus mejores páginas.
Escrita en inglés, luego del éxito millonario que le significó Lolita y poco antes de publicar la imponente saga incestuosa de los hermanos Van Veen y Ada, Nabokov dio a conocer esta novela pequeña, fragmentada y fugaz, donde el argumento se desdibuja gradualmente ante la fuerza del personaje central, Timofey Pavlovich Pnin, un profesor ruso que debió salir pitando de su patria ante el avance comunista y que se dedica a dar clases de literatura en una oscura Universidad del medioeste estadounidense. De más está decir que Nabokov construye a Pnin con sus propias vivencias como profesor en la Cornell University y con años de observación tenaz del estamento académico que lo rodeaba.
Pnin, que lleva diez años enseñando literatura rusa a un grupo de estudiantes excepcionalmente ineptos, siente sobre sus huesos no solamente el paso de los años (y el peso de sus kilos) sino también el desgaste propio de la actividad docente:

“Había comenzado el trimestre de otoño de 1954. Otra vez el cuello de mármol de la vulgar Venus del vestíbulo de la Facultad de Humanidades apareció teñido con un lápiz labial para hacer creer que había sido besado. De nuevo el periódico Waindell Recorder comentó el Problema del Estacionamiento de los Automóviles. De nuevo, en los márgenes de los libros de la Biblioteca, los diligentes novatos escribieron glosas tan útiles como ‘Descripción de la naturaleza’ o ‘Ironía’, y en una preciosa edición de los poemas de Mallarmé, un estudiantillo aventajado ya había subrayado, con tinta violeta, la difícil palabra ‘oiseaux’, garabateando arriba ‘pájaros’…
… Los departamentos de literatura proseguían trabajando bajo la impresión de que Stendhal, Galsworthy, Dreisser y Mann eran grandes escritores. Palabras prefabricadas como ‘conflicto’ y ‘boceto’ seguían de moda. Como siempre, profesores estériles trataban, con éxito, de ‘crear’ comentando los libros de colegas más fértiles…
… Dos características interesantes distinguían a Blorenge, Director del Departamento de Literatura y Lengua Francesa: le disgustaba la literatura y no dominaba el francés…Dictaba un curso titulado ‘Grandes Franceses’, cuyos apuntes hiciera copiar por su secretaria de una colección de The Hastings Historical and Philosophical Magazine, 1892-94, descubierta en una buhardilla y que no estaba clasificada en la Biblioteca de la Universidad…”

3 comentarios:

Oyu dijo...

habría que acreditar los traductores...que tienen, por lo menos, la responsabilidad de "mantener" minimamente la calidad de la prosa

oyu

Eduardo Valdés dijo...

¿La traducción que citás en el post es de Enrique Pezzoni?
Un saludo
Eduardo

Martín Bentancor dijo...

Traducir a Nabokov no debe ser, decididamente, una tarea sencilla. Los fragmentos citados de "Pnin" provienen de la traducción de María Espiñieira de Monge, revisada por Julio Forcat (Luis de Caralt Editor).