viernes, 26 de septiembre de 2008

Alrededor de un género



El escritor Juan José Saer no se explicaba el ardor que Arturo Pérez-Reverte genera en tantos lectores con sus novelas de aventuras, específicamente con la saga del Capitán Alatriste. "Pretende escribir novelas de aventuras ahora, con los mecanismos más baratos de la novela de aventuras del siglo XlX, que ya en aquella época habían sido excedidos con otros mecanismos propios del género, mucho más afinados", decía el argentino. El mismo modelo se aplicaba a Sthepen King quien, para Saer, utiliza "procedimientos totalmente chabacanos, complacientes." La tesis del autor de Glosa evidencia un estudio profundo de las raíces de la literatura popular: "Los grandes autores del género trabajan todo el tiempo en los márgenes, y finalmente amplían sus fronteras, introducen elementos nuevos."

En El enigma de París, Pablo de Santis se sumerge en un género ( la novela policial) a través de un subgénero (la variante del enigma, también llamada 'policial inglesa'). La tarea no es fácil si se quieren evadir todos los convencionalismos del género, a saber: detective tras las pistas, amplia lista de sospechosos, señas que apuntan a un personaje como responsable para terminar desenmascarando a otro, solución en las páginas finales, etc. De Santis opta por la tesis de Saer y aborda su historia desde el margen de su propia concepción literaria pero sin enmascararla en un género ajeno y, al mismo tiempo, sin traicionar los presupuestos de aquel. En El enigma... no hay un detective sino doce; no hay un muerto sino cuatro; no hay una habitación cerrada sino una ciudad cerrada (a saber, París a fines del siglo XlX, con la Torre Eiffel alzándose lentamente). Se le pueden perdonar al autor algunos devaneos filosóficos un poco forzados e, incluso, la inconsistencia de ciertos personajes; al fin y al cabo, fiel al género en que se enmarca, presenta determinados estereotipos que se redimen antes de convertirse en meras caricaturas. Tras un argumento policial, una París brumosa y traicionera, bajo la sombra de una torre llamada a celebrar el progreso de los hombres, De Santis escribe sobre el arte de pensar y también sobre la técnica, la magia y la capacidad para asombrarse.

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