sábado, 14 de junio de 2014

Yo La Tengo en Montevideo

Contundente. Avasallante. Imparable. Demoledor. Parece que los adjetivos no alcanzan o no sirven en su extensión para definir el impresionante concierto ofrecido por la banda Yo La Tengo en la fría noche montevideana del pasado jueves 29 de mayo en La Trastienda.
Ante un público numeroso y fiel, que logró que volvieran tres veces al escenario luego de culminado el set, la banda originaria de Hoboken, integrada por el matrimonio de Ira Kaplan y Georgia Hubley y por James McNew, demostró con creces porqué está considerada como una de las mejores bandas de la escena alternativa, ocupando un sitial de honor ante la crítica y cosechando seguidores en todas partes del mundo.
Luego del sorpresivo y breve concierto (este cronista confiesa que sus expectativas eran nulas) de los teloneros locales, Carmen Sandiego, quienes interpretaron cuatro temas bastante personales y alejados del discurso simplón que campea en el rock local, sin mayores artilugios ni presentaciones, Yo La Tengo apareció en el escenario.
La casi veintena de canciones que desgranaron de forma ininterrumpida, exceptuando unas escasas palabras de Ira Kaplan en inglés (básicamente agradecimientos y saludos al público), conformaron un interesante arco entre el último disco de la banda –Fade, editado el año pasado– y el imprescindible Fakebok, que vio la luz en el ya lejano 1990.
Sobre el escenario, Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew dieron muestras sobradas de su ya proverbial virtuosismo, intercambiando instrumentos de forma permanente, de una canción a otra y haciendo desfilar entre sus manos varios ejemplares de guitarras y de bajos.
Los permanentes cambios de climas, lejos de conspirar contra la unidad de todo el espectáculo, fueron oficiando de disparadores entre las canciones, de tal forma que luego, por ejemplo, de que Georgia Hubley cantara la intimista ‘Tears Are In Your Eyes’ (del ecléctico disco del año 2000 And Then Nothing Turned Itself Inside-Out), su esposo emprendió sin pausa un in crescendo de acoples y acordes distorsionados. En ese sentido, el punto más alto de la distorsión hecha canción llegó sobre el final del show, al encarar su particular versión del tema ‘Little Honda’, una de las tantas gemas escritas por Brian Wilson para The Beach Boys, grupo con el que Yo La Tengo dialoga permanentemente y del que se constituye en una suerte de hijo pródigo e inquieto. En la larga versión de ‘Little Honda’ interpretada el pasado jueves, Ira Kaplan y James McNew comenzaron a “intimar” con sus instrumentos a medida que el sonido iba en aumento, generando un auténtico colchón sonoro que tapaba voces, acordes y gritos del público y que desencadenó en que Kaplan acercara la guitarra a los asistentes de la primera fila para que hicieran su aporte a la distorsión general.


Uno de los mejores momentos del concierto, a juicio de quien esto firma, lo conformó la interpretación de James McNew de ‘Stockholm Syndrome’ (de otra obra imperdible de la banda como es el disco I Can Hear the Heart Beating as One de 1997). Allí, en esa melodía perfecta, la voz del bajista (y poliintrumentista) abrió una brecha entre las canciones interpretadas por las dos voces del matrimonio, con un particular registro, para cantar versos como “Another season, / but the same old feelings. / Another reason could be. / I'm tired of aching, / summer's what you make it. / But I'll believe what I want to believe…”.
Cuando el show comenzaba a acercarse al final, varios de los asistentes reforzaron la insistencia en el pedido de algunas canciones “emblema” de la banda, como es el caso de su versión de ‘Speeding Motorcycle’ de Daniel Johnston, título que en español y en inglés (en ocasiones bastante mal pronunciado) cruzó de este a oeste y de norte a sur, varias veces, el cálido aire de la sala de La Trastienda. (Este cronista admite que quedó con ganas de escuchar en voz de Kaplan a la hermosísima ‘Can't Forget’, canción que abre el Fakebook, pero reconoce también que se queja de lleno porque salió del concierto con el universo de Yo La Tengo aprehendido en su cabeza).
Como se dijo antes, los aplausos interminables, los alaridos y algunos quejidos del público lograron que la banda volviera tres veces al escenario, luego de cerrar el concierto. En todos los casos, con la misma naturalidad del primer acorde, sorprendieron con los bises, instancia en la que llegó otro de los grandes momentos de la noche: Georgia Hubley y su versión de ‘Yellow Sarong’, una perdida canción de los también perdidos The Scene is Now y que, para variar, también integra el puñado de gemas que conforman Fakebook.

Y después el final: la banda baja definitivamente del escenario, las luces se encienden, el público busca las salidas y la deprimente Montevideo nocturna, pese a sus inmundos contenedores desbordados, su tráfico ruidoso y su ominosa chatura, ya no parece tan ruin. La magia de las canciones de Yo La Tengo ha obrado un pequeño (pero poderoso) milagro. 

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