Era noche de Reyes, serenatas;
del rastrojo brotaba calor de fuego.
“Si usted me da permiso, patrón, mas luego
Voy a dejar afuera las alpargatas”.
Y al abrirse la aurora del día siguiente
el niño que en la noche soñara tanto,
enjugando en sus ojos tímido llanto,
las levantó vacías, tímidamente,
Y habló el torvo labriego sin ilusiones,
que había arado una vida sin camellones
“Andá, muchacho bobo, traime los gueyes,
que aquí cain comisarios por mas galones
y estancieros que buscan pionas y piones
pero no he visto nunca los santos Reyes”
-Wenceslao Varela (1908-1997)-
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