¿De qué forma puede preservarse la memoria sonora de un lugar condenado a desaparecer ante el avance del progreso? Se supone que fue esa una de las preguntas que inquietaron al entonces joven cineasta Otar Iosseliani al momento de filmar Dzveli qartuli simgera, ese corto corto-documental que resguarda del paso del tiempo a un puñado de canciones tradicionales de Georgia, un país bisagra entre Europa y Asia que, tras la conquista romana por parte de Pompeyo, no dejó de recibir a lo largo de su historia las influencias mas disímiles que terminaron conformando una cultura propia, única.
En Dzveli qartuli simgera (Georgian Ancient Songs es el título internacional), Iosseliani prescinde del diálogo, de la voz en off y de cualquier registro textual para contar, en una superposición de imágenes y de sonidos, parte de la historia de su país. La historia que reescribe Iosseliani en el documental no es la historia de los manuales de texto ni la de las guías turísticas – que seguramente se diferencia mucho de la que puede verse en los veinte minutos del filme -, sino que hunde sus raíces en el sustrato campesino de la sociedad, ese grupo social común a la mayoría de las naciones donde se forjan los mitos que sustentan al folclore. Los campesinos, las lavanderas, las toscas amas de casa y los niños sonrientes que describe Iosseliani son los anónimos protagonistas de las leyendas que le dan cuerpo a la verdadera cultura del país.
La cámara de Iosseliani registra paredes de adobe resquebrajadas, viejos bebedores que portan sombreros tradicionales, cuerdas repletas de ropa tendida que reciben sistemáticamente a los rayos del sol y al caliente viento del desierto, establos decrépitos que cobijan a animales más decrépitos aún. Por sobre las imágenes, las canciones tradicionales de Georgia desgranan su misterio ancestral, un misterio que persiste en la tosquedad de sus registros – lejos de los artilugios digitales, los remixes y las multibandas – ofreciendo así el carácter genuino del arte más sencillo. Dzveli qartuli simgera puede leerse como una gran sinestesia, como un documento etnográfico o como el más avant-garde de los documentales; abordajes que no le dejan perder su carácter de archivo vivo, de humanidad en movimiento, de creación permanente. Es así como las tradiciones se mantienen sin convertirse en museo o en mera abstracción.
En Dzveli qartuli simgera (Georgian Ancient Songs es el título internacional), Iosseliani prescinde del diálogo, de la voz en off y de cualquier registro textual para contar, en una superposición de imágenes y de sonidos, parte de la historia de su país. La historia que reescribe Iosseliani en el documental no es la historia de los manuales de texto ni la de las guías turísticas – que seguramente se diferencia mucho de la que puede verse en los veinte minutos del filme -, sino que hunde sus raíces en el sustrato campesino de la sociedad, ese grupo social común a la mayoría de las naciones donde se forjan los mitos que sustentan al folclore. Los campesinos, las lavanderas, las toscas amas de casa y los niños sonrientes que describe Iosseliani son los anónimos protagonistas de las leyendas que le dan cuerpo a la verdadera cultura del país.
La cámara de Iosseliani registra paredes de adobe resquebrajadas, viejos bebedores que portan sombreros tradicionales, cuerdas repletas de ropa tendida que reciben sistemáticamente a los rayos del sol y al caliente viento del desierto, establos decrépitos que cobijan a animales más decrépitos aún. Por sobre las imágenes, las canciones tradicionales de Georgia desgranan su misterio ancestral, un misterio que persiste en la tosquedad de sus registros – lejos de los artilugios digitales, los remixes y las multibandas – ofreciendo así el carácter genuino del arte más sencillo. Dzveli qartuli simgera puede leerse como una gran sinestesia, como un documento etnográfico o como el más avant-garde de los documentales; abordajes que no le dejan perder su carácter de archivo vivo, de humanidad en movimiento, de creación permanente. Es así como las tradiciones se mantienen sin convertirse en museo o en mera abstracción.
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DZVELI QARTULI SIMGERA (Georgian ancient songs). Año: 1969. 20 minutos. Blanco y Negro. Fotografía: Temur Chohonelidze. Dirección: Otar Iosseliani.
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