sábado, 31 de octubre de 2009

Santos Garrido contra Hipócrates

En su libro más conocido - El agregao - el escritor minuano Guillermo Cuadri, bajo la voz de su alter ego, el gaucho Santos Garrido, escribe una extensa carta donde sienta las bases del arte y la técnica del curandero. El texto es, además, un ataque frontal a la Medicina en general y a la labor de cada médico en particular y, por extensión, una actualizada crítica a las carencias del Sistema de Salud y los tejemanejes de las sociedades médicas. Santos Garrido encuentra entre las plantas y yuyos que rodean a su rancho todo lo necesario para cuarar cualquier enfermedad. Además, se permite dar cátedra de su ciencia con lujo de detalles a la manera del más rústico de los diccionarios médicos.
A continuación, algunos fragmentos de Curandero de Guillermo Cuadri:

Bi’ a darles unos consejos
y que me atiendan les pido:
saben que soy conocido
como curandero biejo.
Y me da rabia, ¡canejo!
ver que a pesar de los años
siempre crén en los engaños
que áhi tiene la medesina…
y que ajuera, cualquier china
sabe curar hasta “daños”.

Hay que dejars’ e bobiar
pá crér en la realidá,
y náides en la siudá
puede saber pá enseñar.
¡Si la sensia de curar
no se apriende a los tirones!
Y aunque aleguen los nasiones
esta machasa berdá:
¡Pá cualquier enfermedá
bastan yuyos y orasiones!.

Pá que vean que soy macho
sin mañas y malas tretas,
bi’ á darles unas resetas,
y abran el ojo, ¡caracho!:
Pá curar cualquier empacho
un dotor no sabe nada,
yo, con pesuña quemada,
yerba ‘el poyo y santiguao
dejo el empacho curao
sin tener una fayada.
.
No hay nada más aprobao
pá curar del padrejón,
que’l hinojo y el sedrón
con algún manipulao.
El saúco pál refriao;
pá sabañones, la ortiga;
marsela pá la barriga,
y mejor remedio no hayo
que arasá y cola e’ cabayo
pá riñones y vejiga.

Pá partos, bahos de artemisa;
pá las fiebres, susoayá,
y réis de burucuyá
a la vejiga suabisa.
Al estantino lo alisa
la oreja ‘e tigre, en pomada;
pá coyuntura sacada
la leche del higuerón
y el gran apio simarrón
pá tuita herida infestada.

Al “pasmo rial”, Don Garrido
lo cura, presto y sin yerro,
con bosta blanca de perro
y abrojo grande cosido.
Pá la tisiria, es sabido,
un rimedio muy mentao,
pues yo siempre lo he curao,
-por más bellaca que sea-
colgando en la chimenea
un trapo e’ lana… mojao…

Pa’ la “mala enfermedá”
-lo mesmo nueba que bieja-
el quelpe, yerba ‘e la obeja,
la miona y el socará.
Una pomada e’ verdá
pa’ curar la disipela
se hase, friendo con cautela,
seis hojas de moralito,
otras tantas di ocalito
y un poco de sebo ‘e bela.

Gúeno, con Dios mis paisanos;
yo con la Birgen me quedo.
Por hoy salgo d’este enriedo
y doy descanso a mis manos.
Desiando qu’estén, hermanos,
contentos di haber nasido
resiban, como despido,
con tuita sinseridá,
un guascaso de amistá
del biejo Santos Garrido.
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NOTA 1: Se ha respetado la ortografía original del texto.
NOTA 2: Existe una gran versión de este poema grabada por el recitador Rufino Mario García en su disco "Antología de poemas uruguayos".

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